Creí que el viejo lo tomaría con su hipocondría habitual, como toma todas sus dolencias físicas. Y yo, como siempre, no lo tomo en serio y hago bromas y me muestro serena.
¿Para qué hacerlo más grande? Tiene todas las posibilidades de superarlo.
Pero ¿qué pasa cuando le hueles el miedo? ¿Qué pasa cuando empieza a hablar del día en el que él ya no esté y comienza a pedir disculpas y a admitir culpas?
Me deja la cabeza hecha un enjambre de preocupación.
No se preocupe Chumina, ya verá que pasa el tiempo y todo se arregla, échese unas oraciones y listo.
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