24.8.06

Una ambición desmedida


Acabo de pasar por un mercado y escuchar una voz varonil en el aire diciendo: "Quiero ser asistente de educadora".

Sin importar lo feos que pueden ser los spots de la voz del mercado, como se le llama al conjunto de altavoces que vociferan anuncios en estos rumbos, yo me pregunto: ¿Qué clase de anunciante es éste? ¿De verdad piensan que alguien pudiera tener deseos y ambiciones de ser una asistente de educadora?

A ver, repasemos: entiendo que con el tiempo ser secretaria ha agarrado cashé porque ahora se les llama asistentes y las secres se sienten algo así como la mano derecha del gerente ejecutivo, las súper mujeres, las resuelve-problemas, las sabelotodas, omnicientes, eficientes... aunque sigan haciendo limándose las uñas y guardando la torta en el cajón.

Pero pensemos en una educadora con su mandilito donde guarda las crayolas y la tijera, sentada en una de esas mini sillas que le revientan el trasero, sonándole los mocos a los escuincles, escuchando el griterío todo el día... Por supuesto que su trabajo ha de darle muchas retribuciones personales, pero pensemos en su cheque quincenal. Seamos sinceros: no es un trabajo ambicionado por la mayoría.

Ahora imaginémonos a la asistente de educadora. Para empezar, ¿qué haría una asistente de educadora? ¿Pasarle las crayolas y los plumones a la educadora? ¿Cargar sus cosas? ¿Recoger los juguetes tirados? ¿Contestar el teléfono que la educadora no tiene? ¿Decirle a los papás que la educadora no está?

¿Y si la asistente de educadora se pone ambiciosa, qué pasaría? ¿Trataría de seducir a la educadora para que le consiga un aumento de sueldo de 100 pesos? ¿Le haría chantaje para tener una sub-asistente que se encargue del trabajo sucio? ¿Traumarían a los niños cuando las descubran agarrándose las piernas por debajo de las mesas enanas? ¿Se besarían en el clóset donde guardan el material escolar? ¿Serían el chisme del kínder? ¿Se casarían o la educadora nunca se comprometería con ella?

Ésta y muchas otras incógnitas cruzan por mi cabeza cuando me imagino a una muchacha de pueblo, vestida con una falda raída y una blusa floreada, con unas sandalias de goma cafés por la tierra. Una joven de mirada melancólica que baja de un autobús para ver la ciudad por primera vez. Mira hacia el horizonte y el viento revuelve su cabello enredado. En su mente sólo hay un sueño, un objetivo... ser asistente de educadora.

2 comentarios:

  1. Anónimo10:40 a.m.

    jajajaja.. q clavadaaa.. jajajaja..
    =0

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  2. Nada, es sólo que la imaginación es cañona jeje.

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