Mientras manejaba de regreso a mi casa, pasé por una calle en cuya escarpa (banqueta para los no yucatecos) había un perro negro ladrando y saltando alrededor de un chavo.
El chavo, de alguna manera, supo como ignorarlo para no provocar reacciones violentas en el perro. Yo, craso error, miraba la escena. Cual bully que se desquita con el mirón, el perro empezó a seguirme. O seguir mi coche, en todo caso.
Doblé en curva, a mayor velocidad de la recomendada y el perro seguía corriendo y ladrando junto a mi ventana.
Una parte de mí, me impulsaba a acelerar para dejarlo atrás. Otra parte, imaginaba una escena violenta que incluía mordidas salvajes a través de una ventana con un choque estrepitoso. Y finalmente, una parte se preocupaba por la posibilidad de que el perro se atravesara y terminara debajo de mis ruedas.
Cuando el camino se volvió recto, eché un acelerón y dejé al perro atrás.
¿Qué onda con el perro corriendo a 40 km/h? ¿Y qué onda conmigo tratando de rebasar a un perro con mi coche?
Pues no sé a que se deba, pero también he sentido que cuando un perro me sigue en el coche, siento que saltará por la ventana y me atacará; entonces, opto por subir el vidrio... ¿Que onda cons eso?
ResponderBorrarJAJAJAJAJAJA
ResponderBorrarel perro corriendo a 40 y tu dando acelerones...
por que nunca me invitas cuando fumas?