Esto es algo que escribí hace 5 años.
Y aunque aquello terminó hace tiempo ─hace ya varios meses─, le es difícil dejar de pensar en lo que pasó. Al principio el dolor la anestesió con un olvido provisional. Se creyó haber tomado las cosas mejor que la mayoría de las personas que terminan una relación y, sin embargo, ahora pensaba de nuevo en lo que había sido para ella. No recordó las "cosas malas", como las llamaba en su interior, porque esas cosas no se extrañan, sólo se olvidan sin perdonarse. Tampoco recordaba los momentos intensos, como cuando recién terminaron y, entre fiebre y llanto inconsolable, repetía una y otra vez imágenes mentales que la estremecían, haciéndola sentir culpable.
Rememoraba, en cambio, detalles a los que antes ni siquiera había prestado atención: la tranquilidad con la que se entregaba a su abrazo, la ternura que la invadía al respirar de su cuello, la confianza perenne con que escuchaba cada una de sus palabras, la comodidad con la que se permitía sentir cada fibra de su cuerpo; en fin, la ingenua libertad con la que amaba y creía ser amada. Pensaba en esto y se preguntaba si alguna vez volvería a ser igual, si volvería a temblar como la primera, si diría "te amo" sin la sospecha de no ser plenamente correspondida, si mostraría el alma desnuda y completa sin temor a parecer tonta, aprensiva o ridícula.
Extrañaba la simplicidad y el abandono, esa calidez del cuerpo y del aliento ─que nada tiene que ver con la sensualidad─, y la timidez y el pudor que se desgajaban poco a poco con el encanto, pero no extrañaba a la persona en sí. Lo que en verdad echaba de menos, como todos alguna vez, era algo que creía incapaz de ser repetido. La gente, las películas, las revistas y la sabiduría popular, le decían que sí, pero ella pensaba que no sería capaz de volverse a enamorar.
Y aunque no manifestaba nada de esto, le decían que tarde o temprano llegaría alguien para ella… Callaba y sonreía con desgano. No se trataba de una simple y vulgar falta de amor propio; se trataba más bien de una pérdida de fe en el amor, de un cinismo recién estrenado, pero sobretodo, de un abrazo sin reservas a la insalvable amargura que nos envuelve junto con la soledad.
hay chuminita..
ResponderBorrarsi vieras que igualito me siento ahora.. igualito!
con el miedo y la incertidumbre de "el resto de mi vida", con la cual, por cierto, no tengo idea que hacer..
Me gustó mucho tu escrito, de hecho tiene algo que me hizo estremecerme, creo que estoy cayendo en una espiral sin fin, en la que poco a poco, de vuelta en vuelta, el amor se ha enfriado, y comienza a dar paso a la indiferencia, horrible sensación por cierto.
ResponderBorrarMe encanta leerte, un fuerte abrazo.
Tania